miércoles, 26 de octubre de 2011

Capitulo Seis

Una menos veinte. Me encontraba en el portal donde habia vivido amargas despedidas, dulces y hasta fatidicas, iba a subir las escaleras que tanta esperanza me habian regalado, tenia tan estudiado aquel granito blanco, esperandolo, o subiendo cabizbaja por la verguenza de estar a escasos metros de la maravillosa mujer que lo educo. Me quede parada, dudando de mi, de que era lo que estaba haciendo allí exactamente. Estaba más nerviosa que en la primera cita, y aquella puerta se me hizo increiblemente enorme, sentia una malestar increible en mi estomago y escuche las llaves. Suspire por última vez y escuche la delicada voz de Ana. Pablo no estaba, habia sido Ana quien ejecuto la operación, me queria mas que a su propio hijo, y cuando me vio finjio que era la cartera, habría sido una maravillosa actriz.
-Guille, ven a firmar tienes una carta para ti. Yo me voy, haz las cosas. Beso.- Me sonreio y se fue acariciandome el hombro suavemente en señal de "confio en ti".
Y aparecio asomando la cabeza desde su habitación, que su camiseta de los Celtics y el pantalon que le regalaron por sus 18 años. Estaba descalzo y despeinado. Se quedo frio, vi en su cara como se le paraba el corazón, pero mis nervios se desvanecieron al ver sus ojos. Estaba guapisimo, como siempre.
-¿Que haces tu aqui?.-Me hubiera parecido mal, pero ese tono miedica y esa sonrisa de medio lado hacian que se fueran mis ganas de dar media vuelta.
Entre y lo abrace, sin decir absolutamente una palabra. Sus manos, las manos que me hicieron tocar el cielo, las que me secaron lagrimas tantas veces, esta vez me apretaban ligeramente la cintura, somo un iman se aferraron a mi.
Con él todo era diferente, era como si al tocarlo pasaramos a vivir en un universo paralelo, me satisfacía el alma con una sonrisa, multiplicaba mis ganas de vivir con un beso. Con aquel abrazo supe que no tenia otra elección, que seguir perdonandolo.
Quise verle la cara y aquellos ojos llenos de lagrimas me contaron sus dos ultimos días, supe que inmediatamente que en su correo habia cientos de borradores, y en su movil lo mismo, que mi numero estaria marcado miles de veces y que su orgullo cada día estaba más resquebrajado.

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