martes, 29 de noviembre de 2011

El tiempo se esfumaba entre sus brazos. Llegara en mediodía y sin haberlo querido mi encontraba en la misma mesa, disfrutando de unos spaguettis y de sus ojos caramelo. No hablamos nada, pero hablábamos de todo.
-¿Que vas a hacer esta tarde?
-Tenia pensado dedicartela a ti, pero si tienes algo que hacer me voy.
-¿Que eres tonta? ¿Que hacemos?-Su carita, su labio inferior dejaban ver en su cara que tenia miedo a perderme.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Capitulo Ocho.

Es suave, deliciada, a veces de cristal. Él creia que podía con todo, parecia valiente y seguro de si mismo. La queria, quizas la queria más que a si mismo. Ella no estaba segura de nada, daba pasos a ciegas y temia morir en cada partida, se conocieran por que la vida lo quiso. Pablo ansiaba a toda mujer que pudiera terminar en su cama, robaba corazones sin piedad, y no podia aceptar que hubieran robado el suyo. Carlota era timida y loca le gustaba vivir, pero temia enamorarse, entonces llego Pablo, era alto, su cuerpo era envidiable, tenia unas manos increibles y una mirada penetrante. No era guapo, era guapisimo, nunca se hubiera atrevido a aspirar a él, vivian a menos de 30 metros y hasta que Irene lo quiso ninguno se habia dado cuenta del otro. Fue demasiado tiempo escuchandolo, entregandole sus oidos, muriendose de ganas por ser alguna de ellas, pero para el solo era su mejor amiga. Pablo no pensaba igual, la veia como una mujer imposible, impenetrable, se mostraba tan indiferente a sus historias, era buena, era simpatica, era guapa, tenia los ojos mas azules del mundo, y los labios más apetecibles del universo. Queria amarla, conseguirla pero ella se deslizaba como el jabon entre sus manos.
Era agosto, y ella conocio a alguien. Se le veia radiante, su piel seguia palida, su pelo cada vez mas claro, pero su sonrisa era enorme. La noche del 26 cambio sus vidas.
Estarían todos. Irene habia quedado de llegar a las seis, como le encantaba llegar tarde. A las siete menos cuarto sono el timbre.
-Era hora colega, no deberia ni abrirte.
-No te rayes y abre que voy cargadisima.-Suena el portal y la puerta a los cinco minutos.
-A ver alma de cantaro, ¿para que traes tus planchas si tengo yo las mias?
-Las mias me hacen mejor las ondas, venga manos a la obra que hoy tenemos que ir increibles.
-La verdad esque llevo esperando este dia todo el verano.
Era la fiesta, la fiesta de agosto de todos los años desde que Irene habia conocido a Guille, sus amigos, los nuestros, y mucha mas gente nos reuniamos para olvidarnos por una noche de que existia un mañana, este era nuestro tercer año, y nunca decepcionaba, de aquellas fiestas habian salido más parejas que de peliculas en Hollywood.
Fueron cuatro horas de intensiva peluqueria, maquillaje y vestuario, con alguna que otra gilipollez por el medio, alguna cancion a pleno pulmon y abrazo de extrema felicidad.
-Carlo estas increible, ¿a que se debe? Es por Pablo ¿no? Pillina.
-¡Irene! Estoy con Juan y me gusta, Pablo es pasado e imposible.
-Venga ya, estais locos el uno por el otro, veras que pasa hoy.
-Eres una estupida, son las once, apura que esta tu querido abajo seguro.
-Y el tuyo, vamos rubia enamorada.
Carlota sonrio, sabia que Juan tenia fecha de caducidad, y que nunca iba a olvidar a Pablo aun sin tenerlo, aun si saber que lo tenia.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Capitulo Siete.

Él. Su parque. Una descarada traición. Y su sonrisa. Estaba radiante, había adornado su cara con ese piercing que tanto deseaba, sus ojos se habían achinado más y su pelo estaba perfectamente liso, parecía que había estado esperando este momento todos estos meses. Quise hacerla reír, y pero mi sola presencia la hacía feliz. ¿Qué estaba haciendo? Aquello decidí acabarlo yo, y esta tarde no será más que un intento desesperado de olvidar no inolvidable. Entre pequeña carcajadas ella encoje su sonrisa, la miro fijamente, pero no con demasiada intensidad.
-¿Puedo decirte algo si que sirva de precedente?
-Claro que si, hemos venido aqui a hablar.
-Me da mucha vergüenza, pero lo veo en tus ojos, probablemente hoy sea la última vez que los vea asique intentaré echarle huevos.-Me quede mudo, la verdad, me daba miedo lo que pudiera decir, pero estaba seguro de que no me podía dañar, ella no tenía ese poder sobre mi, pero en cambio, la verdad duele de la boca de cualquiera, y que ella hubiera detectado mis miradas huidizas, y las fija intentando explicarme por que no, la verdad sí, tenía miedo.-Cuando me dijiste lo de, bueno ya sabes...
-Sí, lo sé no hace falta que digas su nombre.
-Pues esa, que yo lo sabía, bueno yo no pero mi subconsciente si, hacia un par de meses que me había empezado a enamorar irremediablemente de ti, es como si supiera que te perdía, y cuando te fuiste, no había más vida.
-Helena, en serio, lo siento, lo siento más que nada en este mundo.-Esbozo una tímida sonrisa y continuo.
-Calla, Roberto he intentado olvidarte, y aunque no lo he conseguido, aprendí a vivir sin ti.
-Helena yo..
-Tu nada, creo que es mejor que me vaya, estas enamorado de ella, no de mi, venir ha sido un error, puede que aun confiara en ti, pero me equivocaba.
Necesitaba más tiempo a su lado, puede que no la quisiera igual, pero despertaba algo en mi, no quería que se fuera, le cogí el brazo, suavemente la senté en mis piernas y le aparte el pelo. Era guapa, le susurre despacio en el oido que se quedara y me beso.