sábado, 3 de septiembre de 2011

Capitulo Tres.

Vuelve a la vida después de una noche horrible. Sueños encadenados en una pesadilla constante. No piensa en ello, baja a la cocina, donde le esperaba una sorpresa.
-¡Marta! ¿Qué haces aquí?- Justo cuando todo empezaba a ser solo gris, llego la solución.
-Rober, hermanito, vivo aquí. Vale que llevas tres meses sin verme el jeto, pero que me eches ya de mañana.- Tiene esa sonrisa que regala tranquilidad, la vida me había regalado la mejor familia del mundo, pero en lo demás se harto a hacerme putadas.
Me rio, y me siento frente ella. Es increíble, ha traído nuestras galletas preferidas, y las ha ordenado cuidadosamente en un plato.
-Me alegro mucho de verte, en serio.- Me levanto y la abrazo desahogando todo el amor que debo, la beso en la frente y ella se enfada.
-Siempre haciéndome ver que tú te quedaste toda la altura. Roberto Camino Otero, suéltalo, ¿qué te pasa?
-Nada, ¿por qué?- A veces, me sorprende.
- La última vez que nos vimos, los ojos te brillaban y tu sonrisa, era… Y tu sonrisa existía, además sé que me amas y que no sabes vivir sin mi.- La interrumpo con una risa.
-Joder el frío te flipa demasiado.
-Calla, sabes que es verdad, pero el caso es que ese abrazo, ha tenido una intensidad sospechosa.
La miro, le dedico una sonrisa forzada, ni siquiera enseño los 1.200 euros de dentista. Bajo la mirada hacia la taza de café aun está caliente, miro las galletas y se esfuma el apetito. A mi cabeza, el recuerdo de Irene. Mi hermana se ha puesto a hablar por teléfono con Álex, ellos son una pareja, de dos, con la única complicación de ver quien ama más y de vez en cuando de ver quien cuelga. Dejo a Irene a un lado y vuelve Helena. ¿Dónde estará? ¿Con quién? ¿Seguirá pensando en mí? Espero que sepa perdonarme. Beso a mi hermana que continua su empalagosa conversación, le hago un gesto con la mano de “hablamos después”, asiente con la cabeza subo a vestirme. Cojo el móvil, busco la H en la agenda, Crear sms. “Helena, soy Rober, me gustaría vernos. Si es que aun te apetece. Espero tu llamada, cuídate. Un beso”. La suerte está echada. Hoy puede ser un buen día, un nuevo día. Bajo a la cocina, una nota al lado de las galletas, la letra de Marta. “Me fui con Álex, tenía prisa por eso no subí, dice papa que hagas algo de comer, que mama no llega. Te quiero hermanito, y alegra esa cara. Ah y comételas cabrón que son caras de cojones” Al lado, una smile gigante, y me echo a reír. Cojo cinco galletas y me bebo de un trago el café. Cierro la puerta tras de mí. Hace un día precioso.

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